En el espejo de Venezuela
- Hugo Rodas
- 8 ene
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 15 ene

Los artículos para el debate público, aparecen con foto y firma individual y no comprometen la posición de la Fundación Internacional-Marcelo Quiroga Santa Cruz; son de exclusiva responsabilidad de su autor.
De manera imprevista, un hecho que creíamos menor se muestra ingobernable, despertándonos a ese inconsciente colectivo de la humanidad que llamamos “el pasado”; sobre todo desde que existe la consciencia de los otros, los que, sin sernos idénticos, nos reflejan de un modo menos agradable del que esperábamos. Tal el espejo de Venezuela, especialmente para cada uno de sus hermanos países latinoamericanos.
Esto a propósito del reconocimiento “personal”, que un diputado del MAS oficialista anuncia entregar al actual mandatario venezolano, motu proprio y usurpando la orden y medalla “al mérito democrático, Marcelo Quiroga Santa Cruz” que solo puede conceder la Asamblea Plurinacional de Bolivia mediante un procedimiento específico. Un diputado pues, que se reconoce en el espejo venezolano, y que, en la escena política local, suele aparecer en el del escándalo; la opacidad democrática al desnudo.
La reacción en Bolivia ha sido, claramente, idiosincrática. Veamos algunas de ellas: el diario El Deber de Santa Cruz de la Sierra menciona el hecho, silenciando el nombre que porta la distinción legislativa en cuestión (acaso por intolerable, porque brindara su páginas para descalificarlo); el diario digital La Razón da la palabra al diputado oficialista... y a su sintaxis: “Como diputado nacional estamos llevando…”; el medio www.vision360.bo transcribe una declaración del diputado que, bien leída, resulta una autodescalificación semejante a la de aparecer en un espejo ajeno, como aquí se comenta: “No vamos a permitir la injerencia de alguna persona para destruir la democracia (en Venezuela)”; el diario Los Tiempos glosa una nota de la agencia EFE, en la que se dice que el presidente boliviano fue uno de los primeros en “felicitar a Maduro por su reelección”; en cambio, gacetadelsur.com se refiere en su titular al “dictador Maduro”, lo que puede leerse en más de un sentido, aunque no haya sido deliberado; finalmente, Infobae abunda en lo que responde la diputada Luciana Campero (de Comunidad Ciudadana) quien, en un video de www.elpopularhoy.com se manifiesta contraria, tanto a la atrabiliaria pretensión del homenaje ―reiterando el lenguaje al que parece haber descendido la Asamblea Plurinacional: “payaso”, “bufón”, “diputadillo”―, como al homenajeado, a quien llama “dictador probo (sic) que está dañando y matando este país (Venezuela)”, quizá queriendo decir “dictador comprobado”, y, por fin, anunciando un proceso al diputado infractor, que es, sin duda, lo que corresponde.
Solo muy marginalmente nos enteramos que, además de la firma del diputado Rolando Enríquez Cuéllar, la distinción llevaría también la del presidente de la Cámara de Diputados, Omar Yujra Santos (ver abajo postdata). Y es en este hecho, aparentemente menor pero recurrente en el pasado y sustraído a la noticia periodística concentrada en el escándalo diario de la “sociedad del espectáculo”, que cabe volver la mirada a la historia política local, distraída en el espejo de la que, con aflicción inocultable, recorre Venezuela.
Localmente, se escucha decir en las filas opositoras de Comunidad Ciudadana que, en la historia del abuso de la distinción parlamentaria mencionada, no cabría incluir el papel del gobierno del expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Dicho ex presidente, parece necesario decirlo, tuvo como vicepresidente de su segundo periodo, después fue reemplazante suyo, al señor Carlos Mesa Gisbert, quien hoy dirige Comunidad Ciudadana. Si así fuera, resultaría correcto señalar a los gobiernos posteriores al año 2005―y a nadie más― por la ingrata historia de la máxima distinción legislativa.
(Dejo para otra ocasión el que la palabra “socialismo” ―inseparable de quien da nombre a la distinción parlamentaria mencionada― suene a los oídos de la derecha, nacional e internacional, como sinónimo de autoritarismo y, en cambio, “salir en la foto” con el presidente argentino, Javier Milei, demuestre adherir a valores democráticos).
Pero he aquí que, en política, quizá más que en otros ámbitos y en épocas anteriores, la historia sepultada estalla cuando los abundantes recursos tecnológicos al uso la ponen al alcance de nuestros ojos; esto, si política e historiografía marchan a la par. El condicional es importante.
Si se consulta mi libro Marcelo Quiroga Santa Cruz: El socialismo vivido, del año 2010, publicado por Plural editores (T.III, epígrafe de la página 558) o la entrevista del sensiblemente fallecido Bernard Perrin, disponible en la página web de la Fundación Internacional-Marcelo Quiroga Santa Cruz (www.lafundaciondemarcelo.org), no se ignorará la homóloga utilización demagógica del nombre de Marcelo Quiroga Santa Cruz, tanto por Gonzalo Sánchez de Lozada como por Evo Morales Ayma, destacándose la especial responsabilidad de ambos al respecto.
Leo, en un documento oficial de quince páginas ―también disponible en internet―, que el Congreso de la República de Bolivia, mediante la Cámara de Diputados, aprobó el “Reglamento de la orden parlamentaria al mérito democrático: Diputado Marcelo Quiroga Santa Cruz” el año 1994 (primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada). Además, según una solicitada del Poder Legislativo, publicada en el diario paceño La Razón (16 de enero de 1996, A2), el senador del MNR gobernante, Guillermo Bedregal Gutiérrez, entregó la mencionada distinción parlamentaria al señor Ricardo Anaya Arze: exdirigente del PIR, parlamentario y ministro del gral. René Barrientos, Canciller y hasta Presidente interino del gral. Juan Pereda Asbún, en 1979… y adversario del diputado Marcelo Quiroga Santa Cruz en los años 60s, como Guillermo Bedregal lo fuera en los 70s.
En una ocasión posterior (2002), el segundo gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada entregó la orden parlamentaria y medalla referidas, cuando había reemplazado como aliado de su primer periodo al MBL ―que, mediante Antonio Aranibar Quiroga y otros, secundara “revolucionariamente” la privatización de los hidrocarburos―, por el MIR de la “revolución del comportamiento” de Jaime Paz Zamora y la NFR del exmilitar Manfred Reyes Villa. Fue el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Luis Vásquez Villamor, quien, a nombre del gobierno, en vez de otorgar la orden y medalla referidas a algún inocuo dirigente “marxista”, devenido en funcionario de gobiernos dictatoriales, la entregó directamente a las Fuerzas Armadas (Ejército y Colegio Militar; infra lo consignado en El Diario, lunes 22 de abril del 2002), responsables del secuestro, asesinato y “desaparición” de los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Un año después, la institución militar, notablemente comprometida con la distinción democrática que recibiera, obedeció la orden gubernamental de masacrar a la población, cuando esta reclamó por el destino del gas en octubre del 2003; Sánchez de Lozada fugó a los Estados Unidos, reemplazándolo su vicepresidente, Carlos Mesa Gisbert.

Años más tarde (2010), con el agravante de provenir de un “gobierno de izquierda”, las Fuerzas Armadas fueron rehabilitadas “democráticamente” por el Estado Plurinacional, durante el gobierno de Evo Morales Ayma y siendo vicepresidente Álvaro García Linera. En esa ocasión tuvo la iniciativa el presidente de la Cámara de Diputados, Héctor Arce Zaconeta ―actual embajador del MAS gobernante, en la OEA―, volviendo a entregar la referida distinción legislativa al Ejército y a la Fuerza Naval (infra algo de lo consignado en la prensa de noviembre del 2010). Un año después, aconteció una brutal represión policial, secundada con democrática distancia por las Fuerzas Armadas, contra la marcha indígena en Chaparina.

En todos los casos se trata, a mi entender, de una misma y grotesca política de simulación. En primer lugar por el ilegítimo origen de la referida distinción parlamentaria, aparentando una conducta democrática e invistiéndose con el nombre ―o más brutalmente, pero sin error, “la piel”― de los vencidos. En segundo lugar, ignorando a los deudos directos de Quiroga Santa Cruz, que elevando justas demandas internacionales contra el Estado Plurinacional, desautorizaron públicamente este abuso de su nombre. En tercer lugar, mirando el suceso reciente: ¿por qué comprometer la institucionalidad de la Asamblea Plurinacional, esta vez fuera de Bolivia? La iniciativa, arbitraria y grosera del diputado Rolando Cuéllar, reproduce quizá una extendida cultura despótica, que no es privativa de Evo Morales (su “le meto nomás”); también lamenté escucharla de Silvia Rivera Cusicanqui, cuando, maltratando a una compañera suya, confesó: “Vas a disculpar niñitay, no puedo con mi carácter”. Y podrían multiplicarse otras variaciones: del “(Yo digo que) así nomás es”, hasta alguna forma, digamos universal, del tipo: “Después de mí, la ley”.
Si el MNR de Gonzalo Sánchez de Lozada ―empresario minero él mismo, y, como reconociera con no poco cinismo, representante de esa oligarquía que se sabía enjuiciada por Quiroga Santa Cruz en el Congreso Nacional de 1979― tomó la iniciativa de apropiarse del nombre de un socialista insobornable, lo hizo sabiendo que los victimadores eran meros “administradores” del poder político (el banzerismo). Con intereses de clase no antagónicos, pero distintos, se hizo notoria la enemistad personal entre un militar que se había autogratificado en exceso por sus servicios al poder político civil, y que disputando la titularidad del gobierno a través de un acuerdo transaccional (entre la ADN y, otra vez, el MIR), pudo reemplazar a Sánchez de Lozada en la presidencia de la república (1996); la misma razón por la que este último creó una comisión congresal investigadora del asesinato de Quiroga Santa Cruz: no a comienzos de su segundo mandato y con fines de justicia, sino al final, en vísperas de la posesión de Banzer, para inferirle un desaire más. Para recordarle la preeminencia de la derecha civil, titular del poder; la que representó el MNR neoliberal de Paz Estenssoro y Sánchez de Lozada, junto a todos sus aliados “de ex izquierda”, el primero de los cuales fue el FRI, que hoy auspicia la candidatura de Jorge Quiroga Ramírez (ex vicepresidente de Banzer), con personajes como el ya mencionado Luis Vásquez Villamor, entre otros. Un ejército de salvación de última hora.
Estas tensiones contradictorias entre fracciones de la derecha o la ex izquierda boliviana, son reflejo de gestos y denuestos mutuos buscando ajustar su oscura imagen en el espejo nacional; es inevitable que, por detrás, el monstruo de la propia historia asome. Por ejemplo, la del empresario agroindustrial Branko Marinkovic, representante de intereses familiares del oriente boliviano, logrados mediante la apropiación indebida de tierras fiscales, algo que Banzer fomentó en los 70s; o la de cada uno de los potenciales aliados que en el occidente del país convoca el señor Carlos Mesa Gisbert; o, la que arrastra el candidato de NFR que, tiñéndose cabello, bigote y sigla política, sale a vender un anodino producto denominado Autonomía Para Bolivia-Súmate. Y así siguiendo.
Todo lo anterior recuerda pasados que ningún discurso de “unidad” parece lograr exorcizar, como para posar en la foto democrática. En parte por aquello que advirtiera Quiroga Santa Cruz en 1980: la inviabilidad histórica de una derecha carente de proyecto histórico-social para el país, cuya incapacidad de relevo generacional hoy, es mayor a la del dividido y maleado partido gobernante. Es que, a pesar de todo y de los tiempos antiéticos que corren, en los que no puede existir izquierda alguna en competencia, la historia grande y menuda cuenta, y toda política que se quiera democrática en el espejo, debe, además de parecerlo, ser.
PD. El presidente de la Cámara de Diputados, Omar Yujra Santos, declaró el día de hoy, que la iniciativa del diputado suplente Rolando Cuéllar no habría sido consultada a la Asamblea Plurinacional, indicando que carecería de toda validez. Infiero que no habría firmado el documento de reconocimiento que mostró el diputado Cuéllar. Por otra parte, distintos representantes de Comunidad Ciudadana, han desarrollado acciones pidiendo explicaciones para asumir las sanciones que correspondan, por lo que esta nota tendrá una segunda parte conforme se aclare la situación, luego del acto de posesión en Venezuela.
Hugo Rodas Morales
Ciudad de México
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