Los adelantados de Milei en Bolivia
- Hugo Rodas
- 13 ene
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 15 ene

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Entre las declaraciones políticas de la semana, que dan relieve a un periodo preelectoral de riqueza discursiva nada frecuente, pero de las que es posible inferir la lucha ideológico-política realmente existente detrás de bastidores, destaca la opinión de un conocido consultor y exautoridad sobre las dieciocho candidaturas de derecha, que sugiere convertir dicha dispersión en una fórmula electoral convincente (en las elecciones del Ecuador, para señalar un parangón regional, el total de candidaturas suma dieciséis). Ello, mientras el dividido Jano bifronte del MAS declara propuestas de gobierno explícitas, aunque no simbióticas: “industrialización” (Luis Arce Catacora) y “proyecto de país” (Evo Morales Ayma), teniendo como potencial candidato renovador del evismo, al actual presidente de la Cámara de Senadores de la Asamblea Plurinacional, Andrónico Rodríguez.
En particular destaca el que las razones dadas para apartar las piedras de ese camino de la oposición, que debiera conducir al desplazamiento del MAS del gobierno ―objetivo que, por su definición negativa (anti-MAS) expresa más bien debilidad de este proyecto― incluye el disuadir a candidatos cuya disonancia personalista respecto al proyecto de unidad en su horizonte cruceño, expresado por el empresario Luis Fernando Camacho, es inocultable, no menos que la tensión entre candidatos del occidente con el señor Carlos Mesa: me refiero al proyecto personalista de los señores Branko Marinkovic y Jorge Quiroga Ramírez, respectivamente.
Para poder avizorar la entraña de esta suma de voluntades presidenciables de la derecha política en competencia electoral, conviene atender a aquellos consultores actuales, que fueran exautoridades de gobiernos pasados en que la derecha tradicional y sus coaliciones partidarias definieran el diseño estatal neoliberal; expertos cuyo “sinceramiento” (así lo dicen) revela la forma neoliberal made in Bolivia y su inviabilidad respecto a la tendencia de ultraderecha internacional contemporánea.
Para ser justo, transcribiré ampliamente la entrevista que el mencionado experto ―Carlos Hugo Molina Saucedo, director actual del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD)― brindara a los cuatro periodistas que conforman el equipo de Radio Oriental de Santa Cruz de la Sierra, el pasado miércoles 8 de enero, bajo el encabezado: “Dejemos de mentirnos y enfrentemos lo políticamente incorrecto” (https://fb.watch/w_Uw1RS0GO/). Los paréntesis y cursivas son míos.

Carlos Hugo Molina, exsocialista de los años 90, integrado al primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (MNR) y que desempeñara altas responsabilidades en la implementación y desarrollo del “modelo neoliberal” impuesto al país durante la presidencia de Víctor Paz Estenssoro, mediante el D.S. 21060 de 1985, reinvindicó lograr “acuerdos entre distintos”, como los del MIR de Jaime Paz Zamora en el pasado. Conveniente eufemismo para mencionar al acuerdo que, en nombre de “sus muertos”, el MIR suscribió con sus victimarios de la ADN del gral. Hugo Banzer Suárez, ya fallecido.
El objetivo explícito es apartar una de las piedras que perjudica a la pregonada alianza de derecha en Bolivia, atemperando el discurso ultraderechista del empresario agroindustrial de origen croata, Branko Marinkovic:
“(Branko podría ser alcalde o prefecto de Santa Cruz, pero no presidente de Bolivia), y no porque sea facho o de derecha: es porque no tiene entrada en otro lugar de Bolivia. (Se enfrenta) ideológicamente con un mundo en el que debiera ser un poquito más cuidadoso; en esta defenestración de las categorías ideológicas (se refiere a la descalificación del “socialismo” del MAS) estamos demostrando nuestra ignorancia y volviendo a las cavernas. El mundo no se va a resolver en Bolivia; en democracia, si yo hago guerra santa en términos ideológicos, lo que me queda es la confrontación y la violencia.” (15:18 min. de la entrevista).
Molina entiende que habiendo izquierdistas o derechistas inteligentes, no corresponde la lucha ideológica sino el acuerdo. Más allá de sus intercambios de opinión con Marinkovic, en “Redes Sociales” como la plataforma X, fue muy sincero respecto la inviabilidad histórica de “un Milei boliviano”:
“(No puede aparecer) ni en forma ni en contenido porque lo que está haciendo Milei (en la Argentina) lo hizo el 21060 hace (40) años atrás. Ya es un camino recorrido. Si la derecha boliviana, si los bolivianos liberales lo fueran, tendrían que reivindicar, para facilitar el camino, lo que hizo el 21060, lo que hizo el proceso de capitalización (y) lo que hizo Jaime (Paz Zamora)”. (min. 45:00 al 46:00 min.)
“Los extremos no funcionan porque si hubiera un modelo perfecto sería el cielo y nunca vamos a llegar al cielo. ¿Hay espacio para la derecha? Hay espacio. ¿Hay espacio para la socialdemocracia? Claro que hay, yo me asumo socialdemócrata. Y si el debate se abre en términos ideológicos en este momento sería un falso debate porque no va a resolver el problema.” (min. 51:23).
La crítica a la ausencia de “principios liberales” en la actual derecha boliviana de dieciocho postulantes, está dirigida a reivindicar la práctica de “acuerdo entre distintos” del MIR y el MNR, que sería uno de los motivos impulsores de la democracia boliviana que no estaría funcionando y, puesto que su mención resulta incómoda, Molina invita a enfrentarlos de manera “políticamente incorrecta”:
Yo quiero que este país tenga un presidente distinto al MAS. (Para ello y frente a los dieciocho candidatos de la derecha) es que estoy planteando un sinceramiento y debate políticamente incorrecto: Leopoldo Fernández Ferreira (cacique pandino y exdirigente de ADN, ministro de gobierno de Banzer y de sucesor Jorge Quiroga Ramírez; prefecto durante la masacre de “Porvenir” el 2008, con amplio prontuario antidemocrático) me dijo (que estuvo en todos los intentos de unidad partidaria de la derecha) y que en el momento de definir quién era el bueno (se acababa el acuerdo). El esfuerzo de unidad de los cuatro (Camacho, Doria Medina, Mesa y Quiroga); no va a resolver esta dificultad porque, ¿va a bajarse Tuto Quiroga? (…) Con estos debates de los zurdos y los fachos (se quiere) cazar en río revuelto (sic), para aprovecharse de los extremos de la confrontación, siguiendo el libreto de Milei. Hay dos vertientes políticas bolivianas, descalificadas hoy porque no tienen sigla: el MNR por un lado (el Bunker de Virginio Lema) y el MIR (empresario Samuel Doria Medina) por otro; el nacionalismo revolucionario y la socialdemocracia; dos espacios que conectan con el mundo. (La realidad de la lógica corporativa boliviana impide que) aparezca un Milei, o un Correa o un Fujimori (min. 36:00 al 40:50).
Y refiere un ejemplo actual:
“Los que más alentaban a que hubiera un candidato distinto (el Bunker de Virginio Lema Trigo, del viejo MNR, sobrino nieto de Paz Estenssoro) ha consolidado (mediante sondeo) a Reyes Villa.”
Es decir, Lema Trigo habría habría hecho algo que merecería ponderarse como “acuerdo entre distintos”: admitir resultados contrarios a su deseo, resultantes del sondeo que organizara, renunciando así a su pretensión de un candidato nuevo, frente a los tradicionales, uno de los cuales es Manfred Reyes Villa, que (pragmáticamente) no antagoniza con el MAS gobernante, mientras la coalición de derecha que se gesta en La Paz e incluye a Luis Fernando Camacho se ha definido como una alianza anti-MAS.
Y este es el momento de decir la razón que impide a la derecha boliviana admitir lo obvio, lo que con un mínimo de realismo advierten sus operadores más experimentados ―no por azar exsocialistas― sin llegar a confesar su temor sobre lo imposible del relevo generacional o candidatos nuevos de la derecha boliviana. Esto responder al diálogo abierto y “políticamente incorrecto” al que dice adherir Carlos Hugo Molina (“lo difícil es el acuerdo entre distintos, no entre compadres”), extendiendo el análisis a la interrogante de porqué más de una representante joven de Comunidad Ciudadana, que se distingue por mérito propio en la escena política y no por reproducir vicariamente la postura de un dirigente tradicional, no encauza una candidatura de derecha; estoy pensando, para limitarme a una representante cruceña, en la diputada Luisa Nayar Sosa.
Existen dos razones autoevidentes que explicarían esta imposibilidad: su impedimento desde las candidaturas tradicionales ("ley de hierro de las oligarquías") o la autoinhibición de las jóvenes generaciones por deber sus cargos a liderazgos tradicionales. En cualquiera de los dos casos, lo que queda invalidado es un proyecto auténticamente democrático y liberal; aquí las referencias bibliográficas sugeridas por Molina Saucedo se convierten en un bumerang, pues, salvo Max Weber, se trata de teoría política clásica autorreferida, esto es, sobre las élites: “(Habría que leer a) Mosca, Pareto, Weber y Michels.”
En cuanto a la imposibilidad de fondo de un proyecto liberal, ante la fuerza corporativa en Bolivia, y la propuesta de una candidatura con habilidad de negociación “entre distintos”, resalta que tanto él como representantes jóvenes de Comunidad Ciudadana pongan los ojos fuera de Bolivia, ponderando al MNR del Bunker o el MIR de Doria Medina (o inversionistas actuales en marketing político que residen en Estados Unidos, como Marcelo Claure Bedoya) por sus relaciones “con el mundo”, así como “sacarse la foto” con Javier Milei, para lo cual hubo que viajar a la Argentina.
Finalmente sostiene Carlos Hugo Molina:
(En vez de atender la realidad aparecen) candidatos cada vez más confrontacionales, ―estoy hablando de Branko―, cuando este país tiene otra forma de pensar (…). Estoy encontrando pulsiones federales muy fuertes. Tenemos que imponer una agenda de ciudadanía; lo que puede unirnos en este país es el turismo, pero (no) mientras haya bloqueos.”
Tenemos que jugar un papel (como departamento de Santa Cruz), y no lo estamos haciendo, (un departamento) responsable con el país ya no discursivamente; el país se va a seguir viniendo (a Santa Cruz) porque no hay oportunidad en los otros lugares.” (min. 43:43).
Aquí “hace aguas” esta narrativa del viejo neoliberalismo, pues si se impuso con el outsourcing salvaje llamado "relocalización", en 1985, no es menos cierto que se derrumbó con la masacre militar del año 2003 y el mutis de sus operadores políticos. Si algo no podría “imponerse” hoy, pretendiendo ser liberal “en forma y contenido”, es “una agenda ciudadana”.
Por otra parte, si el desplazamiento migratorio hacia Santa Cruz no se ha detenido, es distinto comprenderlo como el aumento de pobreza en “otros lugares” del país, que como virtud democratizadora de la región receptora. Todavía más: ¿Qué puede ofrecer al país una candidatura empresarial del oriente, con la mirada constitutivamente exógena (agroindustrial), que pueda compararse a una representación heredera de la domesticación de tubérculos de la agricultura andina, por no mencionar a la quinoa (en inglés), el más destacado de los productos del campo boliviano en la dieta privilegiada de las élites globales? ¿”Turismo”, como Molina Saucedo y otros analistas sugieren, ahora que su tendencia global muestra restricciones y aun rechazo a los turistas en lugares donde no existen “bloqueos”? Ni el MAS gobernante se entrega a semejantes negaciones de la realidad, impidiendo, por ejemplo, bloqueos y marchas de su ala evista.
Quizá estas interrogantes nacionales sigan siendo pertinentes, aunque no se estén realizando. En diciembre pasado, a los cuarenta años del fallecimiento de René Zavaleta Mercado, de obra sociológica y política sobre el país hasta hoy incomparable (hay quienes la refieren a favor o en contra sin haberla leído y quienes buscamos sus límites estudiándola), nadie recordó públicamente (que yo sepa) la actualidad de dos de las más provocativas aserciones de Las masas en noviembre (1983): “Bolivia no merecería existir sin sus masas” (que bloquean), y “nunca ha sido una sociedad democrática” (quizá hasta hoy). Se entiende que se habla desde bases epistemológicas: las masas como el movimiento democrático del soberano, y la democracia como aprendizaje horizontal de las relaciones sociales. En los próximos días, un siguiente artículo estará dedicado a la mencionada recordación de Zavaleta, dentro y fuera de Bolivia.
Hugo Rodas Morales
Ciudad de México
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